RFEGolf 114 (marzo - mayo 2019) - page 60-61

rfeg
olf 61
Por fin llega el golf a mi vida
Gracias a la insistencia del periodista Ángel
Rodríguez, por fin cogí un palo y un cubo de
bolas de prácticas en Chantilly, durante la
Copa del Mundo de Francia 98. Tuve la suerte
entonces de pegarle a la bola, verla volar y
bañarse en el lago/cancha de prácticas del
campo de La Forét Chantilly.
Aunque Ángel me avisaba de que era una locu-
ra salir al campo sin tener ni idea, le convencí
para que dejásemos la cancha de prácticas. A
las tres de la tarde nos ajustamos el guante, pin-
ché el tee y puse la bola tal y como mi compa-
ñero e instructor me había dicho.
El resto de instrucciones no debí de seguirlas
muy bien porque al anochecer, a eso de las
21.45 horas, yo seguía ‘erre que erre’ intentan-
do dar a la bola. Cansado, casi a ciegas y harto
de las risitas de Ángel Rodríguez, me retiré a
mi Chateau du Chantilly donde me propuse
disfrutar desde entonces, y eternamente, de la
pasión del golf si es que fuese posible.
Aquella misma noche telefoneé a mi amigo
Pepe Ruiz, director de los Hipotels La Barrosa
de Chiclana para que además de las habitua-
les habitaciones para las vacaciones familiares
me reservara en Sancti Petri un profesor y las
clases necesarias para salir de mis vacaciones
sabiendo jugar al golf.
Enganchado a un gran deporte
Ya estaba enganchado a este gran deporte y
a la gente que lo juega. En un entorno con
una naturaleza maravillosa y una educación
deportiva como nunca me habría imaginado.
Desde aquel verano del 98, el golf es para mí
una pasión irrefrenable e inquebrantable.
Lástima haberme asustado tanto tras saltar la
valla de Puerta de Hierro como para desapro-
vecharlo durante casi 30 años.
Ahora soy defensor a ultranza del golf y de
todo lo que lo rodea. Salvo algunos reductos
del pasado, es un deporte apasionante en el
que cada día que sales al campo intentas
superarte.
No sólo quieres ganar a tus rivales/amigos, sino
a ti mismo. Un recorrido de golf es respirar
salud. Un partido con amigos es reafirmar la
amistad. Un duelo golfístico con desconocidos
es el nacimiento de un nuevo grupo de amigos.
Jugar al golf es respetar la naturaleza, cuidar
del agua, no ensuciar las calles por las que
juegas, no tirar un papel y dejarlo todo mejor
de lo que te lo encuentras, pensando en los
demás y en los que vienen inmediatamente
detrás de tu partido. Es dejarlo como te gus-
taría encontrártelo.
Jugar al golf es también enfadarte por las críti-
cas destructivas de los que nunca han estado
en un campo, tal y como hacía yo. Entonces no
existían los avances de la comunicación que
ahora tenemos. En aquellos años sólo jugaban
al golf los pudientes. Ahora los campos públicos
están al alcance de todos y la amplia informa-
ción te enseña lo que es el golf.
Jugar al golf también te permite pisar las mismas
calles que Sergio García, Jon Rahm o Miguel
Ángel Jiménez. Intenta jugar en el Bernabéu con
Bale o en el Camp Nou con Leo Messi. Sin
embargo, en éste bendito deporte puedes jugar
incluso con los profesionales del golf y con un
poco de suerte, en un ProAm contra ellos.
Un deporte
maravilloso y único
Además el hándicap te permite soñar con
hacer menos golpes al menos en un hoyo.
¡Iluso! Pero yo, que he compartido partido
con el gran Seve Ballesteros –perdí, por
supuesto–, en el tee del 1 llegué a soñar con
la victoria. Luego, a partir del segundo golpe,
solo disfruté de poder pasear junto a él por
un campo y poder estar a su lado ese día y
muchos más después.
Gracias a mi pasión por el golf he podido dis-
putarles la victoria a mis hijos en un deporte
que me permite luchar contra los más jóve-
nes aunque no tenga las mismas energías que
ellos. He podido disfrutar de la compañía de
mis hijos más de cinco horas seguidas jugan-
do, peleando por la victoria y charlando.
Y en los tiempos que vivimos, de prisas, stress
y distancias generacionales, no me negarán
que no es una bendición pasar con los tuyos
tantas horas. En medio de una ¿sana? com-
petitividad entre hijos y padres.
Por todo lo expuesto, les aconsejo que lo
conozcan y practiquen cuanto antes para no
confundirse ni confundir a los demás. Quiero
darle las gracias al golf por los amigos que me
ha entregado.
Agradezco que el golf me haya enseñado a
respetar la naturaleza. He aprendido a ser
solidario con los que empiezan porque antes
también lo fueron conmigo. Desde que prac-
tico el golf sé relajarme ante los errores reite-
rados. Con este deporte también he aprendi-
do a cuidar las amistades que nacen en un
campo y que son, la mayoría, como de la
familia y para siempre.
Mi pasión por el golf sólo tiene una pega, que
es muy cara en estos días: el tiempo. No dis-
pongo de cuatro horas, diarias ni cada tres
días, para poder jugar. Si alguno de ustedes
vende tiempo y me lo pone barato, se lo
compro para poder disfrutar de mi pasión
más a menudo y de paso arrepentirme por
no haber saltado antes la valla del golf.
Por Iñaki Cano
60
rfeg
olf
Yo también
juego al golf
Cuando descubrí el golf, yo ya tenía una edad. Me arrepentí por no
haberlo hecho mucho antes, o mejor dicho, por negarme a practicarlo
1...,40-41,42-43,44-45,46-47,48-49,50-51,52-53,54-55,56-57,58-59 62-63,64-65,66-67,68-69,70-71,72-73,74-75,76-77,78-79,80-81,...100
Powered by FlippingBook