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El Open de España se echa
en brazos de la incertidumbre
En la tercera jornada la clasificación se convir-
tió en un puño, con una docena de golfistas
separados únicamente por cuatro golpes con
sólo 18 hoyos por delante, trayectorias muy
diversas entre las que sobresalían, por encima
de todo, cinco jugadores: el francés Mike
Lorenzo-Vera, tercer líder de la competición;
Martin Kaymer y Joost Luiten –golfistas con
pedigree, apostados en la segunda plaza– y
Pablo Larrazábal y Pep Anglés, séptimos clasi-
ficados, los mejores españoles.
En busca de su quinto triunfo en el European
Tour Pablo Larrazábal, huérfano de condeco-
raciones Pep Anglés, éste último –jugador de
cantera– personificó el espíritu de superación
en estado puro.
Y es que Pep Anglés llegó a la séptima plaza
de este Open de España, a sólo tres golpes
de la cabeza, desde la sima más profunda,
presente en este torneo por la vía de la
supervivencia tras ganar la jornada clasifica-
toria en el Centro Nacional de Golf un mes
antes, una historia con características cine-
matográficas.
Vueltas de 72, 71 y 74, Pep Anglés se distin-
guía como el mejor español junto a un nom-
bre con trayectoria mucho más lustrosa,
Pablo Larrazábal, poniendo de manifiesto una
actitud descarada que no se amilana ni
siquiera cuando el primer hoyo acaba, como
fue su caso, con un bogey en su tarjeta.
El barcelonés tampoco se vino abajo cuando
rubricó otros dos errores seguidos a punto de
acabar la primera vuelta, un doble tropiezo
que picó su amor propio y ejerció de revulsivo
para situarse, como tantas veces, como
estandarte del golf español.
Paso al frente
de Pablo Larrazábal
Si Alexander Levy rubricó su mejor vuelta del
año para abrazar el liderato al término de la
primera ronda, Pablo Larrazábal realizó “una
jornada soñada, uno de los tres mejores días
de mi carrera”, para arrebatárselo en la
segunda.
El Real Club Valderrama Open de España –
Fundación Sergio García se convirtió en una
sucesión de actuaciones sublimes, obligado
peaje para quienes querían instalarse en su
parte más alta. Y para refrendarlo, unos cuan-
tos registros se fueron atornillando poco a
poco a lo largo de la jornada para forjar una
tenaza de la que sólo unos pocos elegidos
pudieron librarse.
Únicamente dos jugadores podían alardear
de un acumulado bajo par tras la doble
ronda; solamente otros dos batieron al
campo de Valderrama en estos últimos 18
hoyos; el corte quedó establecido en +9, el
más alto en la historia del Open de España, un
baremo lapidario que ponía de manifiesto el
tormento sufrido por la gran mayoría de los
participantes; algunos se despidieron prema-
turamente del torneo con más de una veinte-
na de golpes por encima del par…
No obstante, uno de los que permaneció
incólume ante tanta dificultad añadida, a
base de coraje y talento, fue Pablo Larrazábal,
capaz de encontrar los huecos precisos para
llevar la bola desde al tee a la bandera entre
la maraña de árboles, capaz de leer con éxito
unos greenes de cristal ante los que cualquier
mínima vacilación conducía al desastre.
El golfista español, un volcán en erupción en
sus diez primeros hoyos, selló con éxito accio-
nes crecientemente arriesgadas, una actitud
valiente plasmada en cuatro birdies que le
condujeron directamente de la sexta a la pri-
mera plaza.
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Open de España
2016
Sergio García,
sobresaliente en la
jornada final, acabó
tercero para convertirse
en el mejor español
del torneo