Estuviste dos años en la Escuela Nacional
Blume. ¿Cómo fue tu experiencia como
‘blumera’?
Sí, estuve dos años. El primero lo pasé muy
bien, era un año de menos exigencia acadé-
mica, pero el segundo fue muy duro, no lo
pasé bien. Entre que tiré por la rama de cien-
cias y que tenía que estudiar muy duro el
inglés para sacarme el SAT (Cerificado que
acredita conocimientos en lengua inglesa)
por si me iba a Estados Unidos, fue un año
durísimo. Y eso, al final, se acaba notando en
la parcela deportiva.
¿Te quedaron las ganas de ir a Estados
Unidos?
Por la experiencia y por el tema de aprender
bien inglés, un poco sí, pero no me arrepien-
to. Aquí hago lo que me gusta, estudio y
juego al golf. Es un tema ya pasado.
Antes has comentado que tu padre es
técnico de golf. ¿Ha sido determinante a
la hora de desarrollar tu carrera?
Sí, claro, mucho. Siempre me ha apoyado.
Antes mi padre hacía regatas de vela, pero las
tuvo que dejar para centrarse en mi carrera.
Es el que me ha ayudado a llevar una planifi-
cación y un orden. Sin eso sería muy duro
compaginar golf y estudios, sería una autén-
tica locura.
¿Te gustaban antes otros deportes?
No, solo el golf. Me gustaría hacer tenis y
pádel, pero ni lo he probado. Lo mío siempre
ha sido el golf, desde los dos años que
comencé a practicarlo.
En estos años has coincidió con muy bue-
nos jugadores, desde Jon Rahm a Mario
Galiano, pasando por Noemí Jiménez.
¿Quién te ha sorprendido más?
Sin duda, Jon. Tanto él como Mario siempre
han tenido algo especial. También Nuria
Iturrios, a la que conozco muy bien porque es
mallorquina. Tiene una ambición desmedida
y bien entendida, lo tiene todo muy claro, y
seguro que eso le va a ayudar en su carrera.
¿Esperabas esta explosión de Jon Rahm
en Arizona?
A todos nos ha sorprendido un poco todo lo
que ha conseguido: número uno del mundo,
mejor jugador del Mundial,… pero sabíamos
que iba a llegar muy arriba porque tiene
mucha calidad y las cosas muy claras. Es un
jugador buenísimo. Me alegro por él.
¿Y entre las chicas?
Como decía, me quedo con Nuria (Iturrios),
ha mejorado muchísimo y tiene esa ambi-
ción positiva. Le encanta el golf, y eso es
importante.
Hablando de golf estrictamente femeni-
no, ¡menudo duelo con Noemí Jiménez
en la final del Europeo del año pasado!
¡Y tanto! Empecé liderando con -5, pero los
dos siguientes días era Noemí quien estaba
ahí arriba. En la jornada final estaba en la par-
tida estelar, pero iba razonablemente lejos
del liderato. Quizás esa fue la clave, que salí
muy tranquila, sin demasiada presión. El resto
lo hizo un putt de cuatro metros que metí en
el primer hoyo. A partir de ahí empezaron a
caer los birdies y acabé el día en -6. Desde
entonces esa es la táctica, salir a disfrutar.
Desde ese momento mi mentalidad cambió.
Antes sufría mucho en el campo, pero esa
vuelta lo cambió todo.
Háblame del panorama amateur femeni-
no en España, ¿qué ves?
En todas las generaciones hay gente buena. La
verdad es que no conozco tanto a las chicas
más pequeñas, pero sí veo a jugadoras como
Alejandra Pasarín, Ana Peláez o Paula Neira que
tienen mucho talento y que están haciendo las
cosas bien. Hay cuerda para rato.
Por último, ¿has identificado el camino
que lleva al profesionalismo?
Mi referencia sería Carlota Ciganda. Ha hecho
su carrera –aunque no sé si la terminó– y se
gana la vida allí, como Azahara Muñoz. Ese
debe ser el camino a seguir para todas las
que queremos llegar arriba.
✓
Con cierta frecuencia vienes al Centro
Nacional de Golf a trabajar en el Centro
de Excelencia. ¿En qué invierte el tiempo
una campeona de Europa en estas insta-
laciones?
Son instalaciones que suponen una gran ayuda,
sobre todo el trackman y el trabajo de la distri-
bución de pesos, porque yo tengo la manía de
quedarme en el pié izquierdo. Creo que se ha
hecho una gran inversión que ya está dando sus
frutos a los afortunados que podemos venir
aquí a trabajar de vez en cuando.
Para que lo sepa el amateur común, ¿una
golfista casi profesional obtiene mejorías
significativas con esas máquinas?
Sí, porque te dan unos datos a partir de los cua-
les puedes trabajar. Si tienes algunas dudas –y
los golfistas siempre tenemos dudas–, puedes
solucionarlas a partir de los datos que obtienes
con los técnicos. Es fantástico.
A día de hoy, ¿qué lugar ocupa el golf en
tu vida?
Es un aspecto central en mi vida. Es casi lo pri-
mero. Si lo apartase tendría un vacío enorme.
Forma parte de mi rutina de vida. Juego a dia-
rio, salvo algún domingo que descanso.
Cuando vuelvo a casa, a Mallorca (su club es
Golf Park Puntiró), puedo tirarme en el campo
todo el día.
¿Qué verano le espera a Luna Sobrón?
Muy completo. Estoy un poco dubitativa por-
que no sé bien qué hacer con el tema de los
torneos LETAS. Me quiero sacar la tarjeta del
LET Access Series, y para ello debo jugar seis
torneos al menos y hacerlo bien, claro, pero no
sé en cuáles entraré. Si juego los que me que-
dan serían ocho en total. Además, tengo muy
buenas invitaciones para torneos amateurs, un
ámbito en el que fundamentalmente me moti-
van las competiciones grandes, porque mi
prioridad absoluta es ir metiendo la cabeza en
el mundo profesional. Me gustaría, eso sí,
defender título en el Europeo Individual.
¿Tanto te llama el mundo profesional en
este punto de tu carrera?
Sí. Si saco la tarjeta del LETAS mi plan sería
coger experiencia, terminar la carrera e irme
a jugar la Escuela de Clasificación del LPGA,
aunque sé que es muy complicado. En este
circuito tienen mucha ventaja las chicas que
han estudiado allí porque conocen los cam-
pos. También jugaría la Escuela del Ladies
European Tour, claro.
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olf
Entrevista
Luna Sobrón
El golf más íntimo
de Luna
Mejoraría de mi juego...
el putt
Nadie me supera...
jugando contra el viento
Mi campazo para jugar es...
cualquier links
Mi mayor alegría en un campo fue...
la última vuelta del Europeo
Y mi mayor decepción...
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de Georgia Hall ¡fue muy doloroso!
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Cruzaría el planeta para jugar con...
Tiger Woods o el propio Adam Scott
En mis sueños gano...
el British Open
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Mi forma de ver el golf
ha cambiado mucho en
este tiempo. Mi actitud
en el campo es otra y
luego el putt es el cambio
más determinante que
he tenido