que le han encumbrado como uno de los
mejores jugadores del mundo.
La vibrante reacción, sin embargo, care-
ció del empuje necesario para convertir-
se en gesta, un calificativo que precisa-
ba de nuevas y sucesivas buenas accio-
nes pero que por desgracia no se pro-
dujeron con la intensidad que exigía una
remontada en el fondo imposible.
Lo intentó por activa y por pasiva, se
peleó con los bunkers y con los greenes,
accionó y reaccionó, vibró e hizo vibrar,
ilusionó y decepcionó, se alegró y se
enfadó, se mostró y se enfrentó, con él
mismo y con cuantos le rodearon
durante cuatro vueltas de intenso que-
rer y no poder concretar, sentimientos
contrapuestos a una actuación intensísi-
ma de quien luchó sin conseguirlo por
convertirse en el icono de un torneo al
que le hubiese encantando hermanar su
nombre, como cuando ganó en 2002,
con el ídolo de Borriol.
A su vera, compartiendo el duodécimo
puesto, Ignacio Elvira, un joven con
enormes ganas de comerse el mundo,
con radiante felicidad a flor de piel, que
aprovechó a las mil maravillas su partici-
pación en un Open de España donde,
careciendo de la vitola de jugador espa-
ñol a seguir, se ganó a pulso la máxima
atención gracias a conceptos tan nece-
sarios como trabajo y capacidad de
sacrificio. Dos vueltas de 71 golpes y
otras dos de 72 de manera alternativa le
auparon hasta las proximidades de la
parte más noble de la clasificación, un
resultado más que decoroso que supo-
ne un acicate para caminar por esa
senda del éxito.
✓
18
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olf
Eduardo de la Riva
se distinguió como el
tercer mejor español en
un torneo vibrante de
principio a fin
“
Open de España
2013