RFEGolf136 (septiembre - noviembre 2024)

Cuando nació la revista Golf, a mediados del siglo pasado, la comunidad golfística española no era muy numerosa, pero sí curiosa. Y con un medio de comunicación de la especialidad, las consultas sobre determinados aspectos de nuestro deporte surgieron sin descanso. Una de las curiosidades más demandadas era conocer por qué un recorrido de golf se com- ponía de 18 hoyos. Y la redacción de la Revista se puso a indagar “en las fuentes británicas” para sacar de dudas a los lectores, ya que desde mediados de 1760 y hasta aproxima- damente 1900, era común encontrar campos de golf con diferentes números de hoyos. Por aquella epoca, el numero de hoyos variaba según los campos y había recorridos con 5 hoyos, con 7, con 13 y con 15, pasando por los 25 de Montrose y los 11 de St. Andrews, donde cada vuelta se jugaba en dos rondas hasta completar un recorrido de 22 hoyos. Según datos de distintos textos de golf antiguos, en 1764 St. Andrews, pasó de tener 22 a 18 hoyos, siendo el motivo principal la facilidad y economía de cuidar 18 hoyos, frente a 22, sin modificar el espíritu del juego. En las Reglas emitidas por el R&A en 1858, se especificaba que el recorrido de un partido de golf se estipula en 18 hoyos, “a menos que se convenga lo contrario antes de comenzar”. La norma de jugar 18 hoyos por partido fue imitada por el resto de campos con el paso de los años y se extendió a todo el mundo, aunque la razon final de esta medida sigue siendo objeto de discusion, ya que se ofrecían diversas respuestas para su introducción. Por un lado, se argumentaba que caminar 18 hoyos es la duración ideal de un partido de golf, por otro se afirmaba que ese recorrido es la distancia que un jugador puede recorrer en un día. Otra de las teorías que intentan explicar esta normalización de los 18 hoyos señala que en una reunión en St. Andrews, que duró todo el día, un respetado miembro escocés de la junta ofreció su punto de vista en aquél lejano 1858: “Como saben, desde hace mucho tiempo tengo la costumbre de empezar a jugar con una botella llena de whisky escocés Martin en la bolsa de palos, y para combatir mejor las inclemencias de nuestro clima local suelo to- marme un pequeño chupito medicinal (de una onza y media, 44,574 ml.) en cada tee. Naturalmente, me resulta agradable jugar al golf mientras queda algo de bebida en la botella porque, por otro lado, no sería saludable para mí continuar el juego cuando la botella está totalmente vacía. He descubierto que una botella llena se vacía en 18 veces, por lo que tengo la costumbre de jugar 18 hoyos cada tarde, ni más, ni menos. No veo manera posible de desviarnos de esta costumbre, a menos que las botellas se hagan más grandes, lo que me temo sería un cambio demasiado marcado en nuestra vida productiva…”. Esta es la historia que, quizá, ha fascinado más a los aficionados, cayendo muchos en la tentación de comprobarla... aunque el efecto sobre el jugador no sea el mismo según las di- ferentes condiciones atmosféricas. Por una u otra razón, lo cierto es que los campos de golf tienen 18 hoyos o, mejor dicho, la vuelta oficial de una jornada de golf se establece en 18 hoyos. 3 70 rfeg olf rfeg olf 71 ¿Por qué tienen 18 hoyos los campos de golf? Historias de la historia del golf español L a historia del golf español está plagada de historias, relatos interesantes que permiten conocer el pasado para comprender mejor el presente, saber de dónde venimos y diseñar mejor el futuro. A través de estas páginas van a florecer, es de justicia, un buen número de golfistas que han adquirido, en base de sus méritos deportivos, la condición de personajes del golf español, personajes auténticos que han escrito su historia y la historia del golf español. No habrá un orden cronológico, sino las ganas de mos- trar a las actuales generaciones cómo, allí y acá, el golf siempre tuvo motivos para sentirse orgulloso. Por Jesús Ruiz

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