RFEGolf133 (diciembre 2023 - febrero 2024)

rfeg olf 55 El caso de los pegadores españoles Para favorecer una comparativa más cercana con los jugadores españoles, señalemos que Sergio García acabó vigesimoquinto en 2015, con 274 metros; en 2017 terminó cinco puestos detrás… con 276 metros, mientras Gonzalo Fernández Castaño era el 99 de la lista, con 267 metros, y Rafa Cabrera-Bello retrocedía cuatro puestos en la lista con 266 metros. Jon Rahm era el más potente de los nuestros, con 280 metros, en el puesto vigésimo. Obviamente no podemos comparar las distancias que consiguen los amateurs con las que logran los jugadores profesionales. Y eso es lo que nos fascina. Ver cómo golpean la bola maximizando la velocidad y la eficiencia de su swing para ob- tener una longitud total increíble. Sobre todo con el driver, aunque realmente con todos los palos sentimos la misma sensa- ción, sean cuales sean las condiciones climáti- cas, con tiempo estable, contra viento, con campo seco o húmedo. Sabemos que cuanto mayor es la velocidad del swing, mayor distan- cia obtendremos, pero los aficionados esta- mos lejos de los 182 kilómetros por hora (251 metros de vuelo) que consiguen de promedio los jugadores del PGA Tour, aunque más cerca- nos a las 151 km/h (199 metros de vuelo), pro- medio de las mujeres en el LPGA, aunque algu- nas jugadoras golpean la bola tan lejos o más lejos que los hombres. Espectacular efectividad y precisión Cuando les vemos golpear con otros palos también nos quedamos asombrados, aunque no siempre. Y la razón es muy simple: no siem- pre buscan la máxima distancia con una made- ra 3, por ejemplo, sino que tratan de colocarla “en el sitio”, sin pretender llevar la bola lo más lejos posible. La admiración se mantiene con los hierros cor- tos, sobre todo con los wedges, que utilizan con inclinación y grados de acuerdo a sus pro- pias características con objeto de realizar una amplia variedad de golpes con distancias dife- rentes. Es con estos palos donde la precisión juega un papel fundamental y conocer bien la distancia exacta que se consigue con cada palo puede marcar la diferencia entre ganar o perder un torneo. Teniendo en cuenta todo esto, nos remitimos de nuevo al principio y a la búsqueda de solucio- nes para que los campos no se queden cortos. En lugar de hacer una bola que vuele menos y haga menos distancia, lo que conlleva una fabri- cación doble porque esta medida no afectará a los amateurs, ¿se imaginan que se prohibiesen los drivers en competición profesional? Tamaña propuesta generaría a buen seguro una enorme polémica, ya que nos impediría disfrutar de la magia de esos golpes majestuosos surcando el cielo cual aviones supersónicos. ¿Volverían los campos a estar vigentes? ¿cómo le afectaría a la industria? ¿seguirían los amateurs comprando su driver en busca del “golpe definitivo”? ¿podrían los profesio- nales deleitarnos con exhibiciones fuera de campeonato en las que podríamos seguir dis- frutando de “cañonazos” sublimes para man- tener viva nuestra envidia? Interesante deba- te que queda abierto. 3 Por Jesús Ruiz 54 rfeg olf Distancias con el drive Distancias medias en el LPGA Tour Palo Distancia promedio Driver 219 – 256 metros Madera 3 178 – 198 metros Madera 5 169 – 187 metros Madera 7 159 – 178 metros Hierro 4 155 – 165 metros Hierro 5 147 – 158 metros Hierro 6 139 – 149 metros Hierro 7 129 – 140 metros Hierro 8 119 – 130 metros Hierro 9 109 – 120 metros Wedge 98 – 110 metros Las profesionales femeninas suelen pegar algo más corto que sus homólogos masculinos, pero eso no quiere decir que no envíen la bola considerablemente más lejos que el amateur promedio. Según las esta- dísticas consultadas, 130 jugadoras del LPGA Tour promediaron 257,7 yardas (235,6 metros) desde el tee, con la francesa Anne van Dam liderando la cla- sificación con poco más de 280 yardas (256 metros) de distancia promedio con el driver. La información sobre las distancias se ha realizado a partir de estadísticas del PGA Tour Shotlink, LPGA Tour y TrackMan.

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