¿Cuáles fueron las claves del rendi-
miento de España?
El talento de los golfistas, claro está, y la unión
de todos, el saber pensar en el equipo antes
que en uno mismo. Un ejemplo de la unión es
lo que se daba en los desayunos, que se hací-
an algo lejos de donde dormíamos. El único
equipo que iba en bloque al desayuno era el
nuestro. Y luego, evidentemente, también ha
sido muy importante encontrar momentos
de diversión. Ibas al putting green y te encon-
trabas a seis amigos haciendo un concurso de
putt y echando unas risas. Después de todo
eso, te vas a la cama feliz.
Estos dos torneos han sido un parénte-
sis en tu carrera en Estados Unidos,
donde ya llevas dos cursos. ¿Disfrutas
tanto el golf allí como aquí?
Sí. Es que a mí me encanta el golf. Me costó
al principio adaptarme, pero sobre todo el
primer mes. Para mí no era nuevo eso de
hacer un cambio. Yo estaba acostumbrado a
estudiar en euskera, me fui a la Escuela
Nacional Blume y tuve que empezar a hacer-
lo en castellano. Ahora el cambio ha sido al
inglés. Yo aterricé en Arizona yendo muy,
muy justo de inglés. No sabía moverme por
ahí. No es como en la Blume, que te llevan y
te traen. El primer mes fue un curso intensivo
de aprendizaje tremendo.
¿Hay mucha diferencia en la enseñanza
de golf en ambos lados?
Mucha. Allí tienes tu coach, que no es para
nada un profesor técnico, sino que es un
organizador. O sea que organiza viajes y
entrenos, pero no te suele ver el swing. Se
echa de menos tener a tu profesor y que te
corrija, pero si voy mal de swing me grabo en
vídeo y se lo mando a Eduardo Celles, mi téc-
nico en España. Por suerte, tenemos visitas al
Titleist Performance Institute (TPI) gracias a la
RFEG y allí me dan claves de swing. Por ejem-
plo, me recomendaron una modificación
para que la bola fuese más alta, algo que es
importante en los campos americanos. Allí
tienen mucha bermuda, que en el norte de
España no se encuentra, el viento es diferen-
te, los campos son diferentes… y todo eso te
hace crecer como jugador.
Golf aparte, ¿disfrutas de la vida depor-
tiva de un campus americano?
Es lo mejor. Estoy en la universidad más gran-
de del país, donde se juntan unos 75.000
estudiantes. Al ser deportista de la universi-
dad no pago entrada a ningún recinto depor-
tivo. Te lo pasas bien siempre, estás muy
entretenido con unas cosas y con otras.
Antes de viajar a Arizona te tuvimos por
la Escuela Nacional Blume. ¿Ha sido im-
portante en tu desarrollo como jugador?
Por supuesto. Me he dado cuenta de que ir a la
Escuela Nacional ha sido algo genial para mí. Te
enseñan técnicamente muchas cosas, a entre-
nar de una forma eficiente. Hay muchos ejerci-
cios que sigo haciendo ahora y que me han ser-
vido de mucho. Además, ahí está el psicólogo
Óscar del Río, que me ha enseñado mucho en
su parcela, está Paco Fernández, que es un gran
preparador físico… Es fenomenal contar con
una ayuda así. También se lo recomiendo a
todos aquellos que tengan la oportunidad de ir
a la Blume.
Y por último, allá a lo lejos se vislum-
bra el profesionalismo…
Es inevitable pensarlo, pero tengo claro que
me quedan dos años de carrera y quiero aca-
barla (N de R: estudia Comunicaciones).
Luego ya se verá cómo van saliendo las cosas.
¿Te marcas una meta?
Mi meta es ser el mejor en todo lo que hago.
En este caso, ser el mejor en el golf, el
número 1.
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Entrevista
Jon Rahm
“Me he dado cuenta de que ir a la Escuela Nacional ha sido algo genial. Te
enseñan técnicamente muchas cosas, a entrenar de una forma eficiente”