RFEGolf130 (marzo - mayo 2023)
Sin embargo, la jornada habría de ser larga y difícil, porque Rose enlazó tres birdies conse- cutivos del 6 al 8 para restablecer la igualdad en cabeza, que Sergio mantuvo salvando el par del 7 con un gran golpe desde el bunker. Quedaban nueve hoyos y todo estaba como al principio del día, con Sergio y Rose jugándose el título mano a mano, porque Charley Hoffman se desfondó con 41 golpes en los últimos nueve para 78; Charl Schwartzel, ganador en 2011, tuvo una reacción tan brillante (cuatro birdies en los segundos nueve) como tardía, acabando tercero. Paralelamente, Jordan Spieth, ganador de 2015, dimitía de la lucha por el triunfo aca- bando con 75 y fuera de los diez primeros, acompañando a Rickie Fowler, que inició la jor- nada a un golpe del liderato pero que con siete bogeys para 76 descendió al undécimo lugar. También había que descartar a pesar de sus aciertos a Matt Kuchar (mejor vuelta del día con 67, hoyo en uno en el 16 incluido), Tomas Pieters (cuatro birdies del 12 al 15), Paul Casey y Rory McIlroy, que jugaron la final por debajo de 70 pero que no añadieron presión en la lucha por la chaqueta verde. Nuevo hoyos finales de infarto Ya se sabe la incidencia que tienen los nueve últimos hoyos del Masters y el paso por el Amen Corner despertó las peores pesadillas, con dos bogeys consecutivos de Sergio en el 10 y 11 que le dejaban dos golpes por detrás llegando a los dos pares 5. No resolvió nada el 13, aunque pudo ser decisivo, porque el español tuvo que dropar entre matorrales para salvar el par y Rose no consiguió sacar ventaja de la circunstancia, haciendo también par. El 15 lo afrontaron con ventaja del británico por un golpe, tras el birdie del español en el 14, que estaba dando una sensación de serenidad desconocida, como él mismo reconocería más tarde: “Nunca en un ‘grande’ había sentido esa calma”, dijo al término de la jornada. Y en este antepenúltimo hoyo se pudo ver a otro Sergio, más tranquilo pero más enérgico, lejos de otras versiones que acabaron en desastre. Un eagle, celebrado con enorme rabia, permitía al español volver a compartir el primer puesto del Masters, ya que Rose hizo su trabajo con un sólido birdie. El castellonense había hecho caso del estímulo de Olazábal y no se vino abajo tras su desventaja y el momento más difícil de la final. El carrusel característico de los últimos hoyos del Masters lo escenificó Rose con un birdie y un bogey para centrarse en el tee del 18 en la resolución del torneo, ya que Sergio no pudo igualar el birdie de su rival en el 16, pero igualó el resultado con un birdie de mucho mérito en el 17. Quedaba el 18, un par 4 en el que ambos llegaron de dos a green, un poco más lejos el inglés. Rose no logró convertir su birdie por po- co y Sergio tampoco acertó con el suyo. Play-off. La chaqueta verde esperaba. La gloria se hacía esperar un poco más y ante el desempate asomaron los fantasmas de Carnoustie diez años atrás, cuando perdiera ante Padraig Ha- rrington el play-off por el Open Británico, ade- rezados con el infortunio que rumiaba el es- pañol, temeroso de perder otra gran ocasión. Pero esta vez había algo diferente, que explicaría más tarde el propio Sergio, destacando el cambio dementalidad con el que había afrontado este Masters: “En otros torneos habría empezado a quejarme después de algún fallo. Ahora he aprendido a aceptar las cosas. En el pasado he sido muy estúpido tratando de pelear contra algo que no se puede. Desde que he llegado al campo estaba muy calmado, más que ningún otro domingo de ‘major’. Incluso después de los dos bogeys sabía que estaba jugando bien y que tendría mis posibilidades”. Sergio García y Justin Rose, a playoff Lo cierto es que en el hoyo extra Justin Rose desvió su drive a los árboles y se vio forzado después a poner la bola en calle nada más, mientras que Sergio García alcanzó la calle del 18 y su segundo golpe reposaba en green a 4 metros escasos del hoyo. Desde medio metro más lejos jugó Justin Rose su putt de par, que no entró, por lo que Sergio disponía de dos op- ciones para conquistar el Masters. Acertó con la primera, finalizando con un birdie que le proporcionaba su primera victoria en un “grande”, en el Masters. Apretó el puño mientras gritaba su felicidad: «Ha sido una semana asombrosa. Y voy a disfrutarla el resto de mi vida». El “Niño” se había hecho mayor en la decimo- novena ocasión que se veía las caras con el Au- gusta National. De poco importaba que hubiera necesitado 74 “majors” para llegar a la gloria, el campeón que más intentos ha necesitado para lograrlo. Ahora asociaba su nombre a otros campeones que habían disfrutado de Au- gusta previamente como amateurs: Tommy Aaron, Charles Coody, Ben Crenshaw, Cary Mid- dlecoff, Jack Nicklaus, José María Olazábal, Craig Stadler y Tom Watson. Ya podía ver por el retrovisor como perdía el ácido sambenito de “mejor jugador del mundo sin ganar un Major”, que le perseguía. Y, lo más sobresaliente, lo había conseguido en un campo donde se había frustrado con asiduidad. Justin Rose aceptó el revés con buen talante –“si hay alguien ante el que un golfista quisiera perder, es Sergio. Se merece esto. Ya se había llevado suficientes decepciones, dijo–”, mientras que el español recibía gozoso este triunfo de re- levancia con el que emulaba las hazañas de sus ídolos Olazábal y el difunto Severiano Ballesteros, el día en el que el mejor jugador de golf de la historia de España hubiera cumplido 60 años: “Es bonito conseguir por fin lo que merecía”. Eclipsado por el triunfo de Sergio García, Jon Rahm completó un buen Masters finalizado en el puesto 27 (+3) después de una tarjeta final de 75 golpes (con triple bogey en el 18), confirmando sus palabras de que no iba al Masters de visita, sino a competir. Por Jesús Ruiz Historia de los majors españoles (VII) 82 rfeg olf rfeg olf 83 Jon Rahm completó un buen Masters finalizado en el puesto 27 (+3) después de una tarjeta final de 75 golpes (con triple bogey en el 18), confirmando sus palabras de que no iba al Masters de visita, sino a competir “
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