RFEGolf129 (diciembre 2022 - febrero 2023 2022)

H ace 25 años, en septiembre de 1997, España fue sede de la primera Ryder Cup que se jugaba fuera de las Islas Británicas, en el turno europeo de or- ganización. Había costado lo suyo convencer a los británicos, que incluso nos dieron un re- volcón para la edición de 1993, con cambio de sede inesperado que provocó la indignación de Emma Villacieros, entonces Presidenta de la Real Federación Española de Golf. No obstante, finalmente, en mayo de 1993, se confirmó que España acogería la XXXII edición de la Ryder Cup y un año después se designó a Valderrama como campo elegido para acoger el evento, en una final en la que estuvieron presentes La Moraleja, Novo Sancti Petri, La Manga y El Saler de una lista previa que asimismo integraban Club de Campo Villa de Madrid, Real Club Sevilla Golf, R.A.C.E. y Montecastillo. Evento deportivo de dimensión mundial Uno de los acontecimientos deportivos más importantes del mundo llegaba a España for- mando un trébol de relevancia junto al Mundial de Fútbol de 1982 y los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. El impacto de la prueba atrajo la llegada de aficionados de todo el mundo, especialmente de Reino Unido (unos 10.000) y Estados Unidos (alrededor de 5.000), provocando un pequeño caos de hospedaje que se solucionó con cinco grandes transatlánticos que atracaron en el puerto de Algeciras, haciendo las veces de re- sidencia y un poco de casino. Naturalmente también se disparó el alquiler y la rumorología afirmaba que se habían pagado desde medio millón hasta dos millones de pesetas por alquilar durante una semana uno de los chalets de Sotogrande. Fue un sueño hecho realidad por la inque- brantable voluntad económica del entonces propietario del club, Jaime Ortiz-Patiño, por el impulso innegable de Severiano Ballesteros y por la constante gestión de Emma Villacieros, que libró un pulso encomiable con los británicos durante un lustro hasta conseguir el objetivo que los ilustres políticos nacionales tardaron en comprender. No es preciso recordar que las comunicaciones fueron el talón de Aquiles. En un “alarde de previsión”, el ministro José Borrell había dene- gado el apoyo del Gobierno unos años antes para el desdoblamiento de la Carretera Nacional 340 entre Estepona y Guadiaro por considerarlo innecesario: como resultado, hubo hasta 16 kilómetros de cola algunos días. La consecuencia fue que la Guardia Civil, du- rante el torneo, se veía obligada a colocar conos durante la noche para crear un tercer carril artificial que facilitaba el acceso a So- togrande, revirtiendo la vía al final de la jornada para favorecer la salida en dirección Málaga. Lluvia como no se recordaba Y es que, además, esa semana llovió lo que no se recordaba, con Patiño liderando las labores de achique en los greenes tras las lluvias torrenciales que inundaron el recorrido. Si no es por el drenaje y el esfuerzo que se hizo, la Ryder no hubiese podido jugarse con el agua que cayó, pero al final se pudieron disputar todos los partidos previstos. El éxito y el esfuerzo fue tal que únicamente se vieron obligados a retrasar una hora y cuarenta minutos el comienzo de la prueba. Dos equipos de ensueño Los equipos que habrían de enfrentarse en Valderrama los formaban, por parte europea, Colin Montgomerie, Darren Clarke, Bernhard Langer, lan Woosnam, Per-UIrik Johansson, Lee Westwood, Ignacio Garrido, Thomas Björn, Costantino Rocca, José María Olazábal (por Miguel Angel Martín) y, por elección del capitán, Nick Faldo y Jesper Parvenik. Por su parte, el bando norteamericano, con Tom Kite como capitán, estaba integrado por Tiger Woods, Justin Leonard, Tom Lehman, Davis Love, Jim Furyk, Phil Mickelson, Jeff Mag- gert, Mark O’Meara, Scott Hoch, Brad Faxon y, por elección, Lee Janzen y Fred Couples. La composición del equipo europeo desató una fortísima polémica como consecuencia de la exclusión de Miguel Ángel Martín por culpa de una lesión que tuvo en julio, lo que permitió que entraran en el equipo Olazábal (sumó 2,5 puntos de cinco posibles) por ranking y Nick Faldo (perdió tres partidos de cinco) y Jesper Parnevik, que únicamente ganó un doble de cuatro partidos que disputó, por designación directa. Deportivamente, el equipo europeo venció 14,5 a 13,5 al norteamericano, un resultado que se certificó en el último partido de la jor- nada dominical, cuando Colin Montgomerie, con la mirada cómplice de Seve Ballesteros, concedió el putt del empate a Scott Hoch, pero se aseguraba el medio punto imprescin- dible para el triunfo europeo. Tras dos días apacibles para el grupo liderado por el gran Severiano Ballesteros, que pasó a la historia como la primera persona que conquistaba el título como capitán tras haberlo conseguido como jugador, comenzaron a disputarse los duelos individuales de la final con cinco puntos de ventaja para el combinado europeo. Ganó Johansson, en el segundo partido, y ganó Rocca a Tiger Woods (chaqueta verde del Masters y debutante en la Ryder) en el tercero, poniendo a Europa a solo dos puntos de ganar la edición. Pero las cosas se torcieron a pesar de que el cuarto partido significó medio punto del empate entre Björn y Leonard, hasta llegar a un 13 a 10 en el global a falta de tres partidos. Langer acercó la copa con su victoria ante Faxon, pero se hizo necesario que Montgomerie, en el último partido, decidiera el triunfo europeo con su empate. Así acababa una Ryder Cup que impulsó inter- nacionalmente a la Costa del Sol, a Andalucía y a España, una edición que Severiano Ballesteros calificó como «la mejor de la historia, por re- sultados, público, organización y deportividad». Un Severiano Ballesteros que vibró como nunca ejerciendo de gran capitán y que dirigió al equipo europeo con maestría, preparando el campo como solo él sabía hacerlo para favorecer los intereses de sus pupilos. 3 Por Jesús Ruiz rfeg olf 67 66 rfeg olf XXV Aniversario Ryder Cup 1997 Un sueño que todavía perdura

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