RFEGolf129 (diciembre 2022 - febrero 2023 2022)

sin embargo, no ha logrado impedir que siguiera construyendo una carrera plagada de éxitos. Con esta victoria se unió al selecto grupo de ju- gadores con más de un Masters en su palmarés del que forman parte leyendas como Seve Ba- llesteros, Jack Nicklaus, Arnold Palmer, Tiger Woods, Sam Snead, Gary Player o Ben Hogan. Debut de Sergio García en el Masters como amateur A la impresionante victoria de Olazábal, con- seguida con un aplomo, una sangre fría y una autoridad digna de los mejores campeones, hay que sumar la excelente clasificación obtenida por Sergio García en su debut en el Masters, mientras Severiano Ballesteros y Miguel Angel Jiménez no lograban pasar el corte. El castellonense, con solo 19 años, fue el primer amateur europeo que logró jugar el fin de semana desde que lo consiguiera Peter McEvoy en 1978. La importancia que este torneo ha concedido a los campeones amateurs viene de largo. Los fundadores del Masters, Bobby Jones y Clifford Roberts, no concebían el Masters sin la presencia de los mejores amateurs del mo- mento y la tradición se ha mantenido con toda solemnidad. Sergio García pasó el corte con tres sobre par, un magnífico resultado para un debutante tan joven, y terminó el torneo en el puesto 38, con 295 golpes (siete sobre par), superando a los estadounidenses TomMcKnigth, de 40 años, anteriormente profesional, finalista del US Amateur en 1998, y Matt Kuchar, de 20 años, subcampeón de Estados Unidos en 1997, en dos y cuatro golpes, mientras que al sud- africano Trevor Immelman, campeón de Estados Unidos de campos públicos y campeón amateur de Sudáfrica, le aventajó en diez golpes. 3 Por Jesús Ruiz rfeg olf 65 64 rfeg olf Historia de los majors españoles (VI) Fue la única jornada sobre par del español, por culpa de dos bogeys en los primeros nueve y un solo birdie al final del día, en el 15, escapándosele el del otro par 5, el 13, en el que lo había logrado los dos días precedentes. A pesar de todo, José María Olazábal tenía una posición de ensueño, impensable al co- menzar la semana. Sus sensaciones habían mejorado sustancialmente y la confianza en las propias fuerzas se multiplicó. Un patente peligro por todas partes No obstante, a la vista de la clasificación, el peligro acechaba por todas partes, ya que en una franja de pocos golpes estaban colocados jugadores de la talla de Steve Pate y Davis Love (a dos impactos), Lee Janzen, Bob Estes y Ernie Els (a tres), David Duval, número 1 del mundo; Phil Mickelson, Nick Price, Colin Mont- gomerie… Como se ve, el panorama no admitía descuidos pues cualquiera de ellos que acertara en los primeros nueve hoyos finales podía meter mucha presión a sus rivales. El Masters se gana a lo largo de los 72 hoyos, claro, pero los que definen la victoria son los últimos nueve, con ese Amen Corner dando y quitando posibilidades, con unas oscilaciones en los resultados entre los que aspiran a la victoria que no son tan habituales en otros torneos. Es un campo que se presta al drama en cualquier momento, pero Chema, ganador en 1994, una de las ventajas que le distinguían de sus rivales directos, adoptó las medidas necesarias desde un principio para vestir la segunda chaqueta verde. Sin embargo, inesperadamente, tres bogeys consecutivos del español en el 3 (tres putts), 4 (bunker) y 5 (pasado de green) y dos tripateos de Norman (en el 3 y 5) permitieron peligrosas opciones a sus rivales hasta que las aguas volvieron a su cauce. La parte positiva es que José María Olazábal no dejó de ser líder, ni en los peores momentos, compartiendo como mu- cho el primer puesto con Greg Norman, Davis Love, Steve Pate y Bob Estes al final de la primera mitad de recorrido, con 5 bajo par, con otros cinco jugadores a dos golpes del liderato. En pocas ocasiones se han iniciado los últimos nueve con tantos candidatos al triunfo como aquel año. Pero el primero en tomar la delantera fue Olazábal, que metió un buen putt de cuatro metros en el hoyo 10 para embocar el tercer birdie que se lograba en todo el día en ese hoyo y el segundo de la jornada en su cuenta particular. Norman siguió la estela del español con birdie en el 11, se equivocó en el 12 pero hizo eagle en el 13, mientras el español igualaba en el li- derato con un golpe prodigioso desde el bunker en el par 3 y con birdie en el 13. Parecía que se quedaban solos en la lucha por el título, pero Norman volvió al juego errático que le ha castigado habitualmente en los finales del Masters (bogey en el 14 y en el 15) y Chema no perdonó: con su birdie en el 16 se puso con -8, con dos de ventaja sobre su rival más inmediato, Davis Love, que había terminado. Las dos claves de una victoria de ensueño Quizá haya que señalar estas dos claves: la res- puesta de Chema en el 13, con birdie, al eagle de Norman, porque fue determinante para conservar el liderato y desmoralizar al australiano, y el decisivo birdie en el 16 para mantener dos golpes de ventaja sobre Love, con dos hoyos por delante. Era un putt muy complicado, pero Chema supo afrontar “un putt corto, no tenía ni un metro, cuesta abajo, con caída por todos lados. Un putt endiablado, complicadísimo. Se puede decir que es un putt de los que te hacen ganar una chaqueta”. Chema lo metió y se centró en el cara a cara que le quedaba con Love, echando mano de su magia para hacer una brillante y decisiva recuperación en el 17 para salir al 18 con esos dos golpes de margen que ayudaban a calmar algo la presión de un momento decisivo. A lo largo del día final, en el que fuertes ráfagas de viento supusieron un plus de difi- cultad, los principales rivales de José María Olazábal fueron Pate, Estes, Norman y Love. Steve Pate, que el tercer día estableció el record de siete birdies consecutivos en Augusta, salió a dos golpes y pasó por el nueve empatado con el español, pero los birdies de Chema en el 10, 13 y 16 le mantuvieron alejado del asalto al liderato. Bob Estes, por su parte, salió a tres golpes de Olazábal y pasó por el nueve empatado también con Chema, con 5 bajo par, pero sólo le duró la gasolina hasta ese hoyo. El birdie del español en el 10 y su propio bogey en el 11 lo alejaron, empatando con Pate a 4 bajo par. Finalmente, Davis Love también salió a dos golpes de Olazábal y le empató con un birdie en el 9. Pero ya se le negaron los birdies hasta el 16 y Olazábal logró dos por el camino antes de sentenciar con otro birdie en el 16, que le per- mitía mantener la misma diferencia de dos gol- pes que tenía al comienzo de la jornada. “Puedo decir que estoy muy satisfecho y muy orgulloso de mí, de haber trabajado duro para poder llegar de nuevo aquí, y de mi familia y de mis amigos, que me han apoyado en los momentos más duros de mi vida. Y digo de mi vida, no de mi carrera. Cuando estaba en los momentos más bajos, cuando pensaba que jamás podría volver a andar o volver a jugar al golf. Y ha sido una gran emoción la llegada al green del 18, que Mark O´Meara me haya puesto la chaqueta… son sentimientos tan fuertes que no tengo palabras para describirlos. Haber pasado dos años prácticamente inválido te da otra perspectiva de las cosas. He disfrutado de cada paso que he dado en el campo”. Era el momento de acordarse del doctor Muller, el alemán que obró el prodigio de ayudar a que Olazábal volviese a competir al mejor nivel y a vestir su segunda chaqueta verde. A ser capaz de sobreponerse a serios problemas de salud por la artritis reumatoide que le ha lastrado y que, Su victoria se gestó después de su largo peregrinaje con una lesión que se tardó en diagnosticar, que le mantuvo alejado de los terrenos de juego e, incluso, que amenazaba con que no pudiera volver a caminar

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