RFEGolf129 (diciembre 2022 - febrero 2023 2022)

L a sexta entrega de nuestra historia de los “majors” conquistados por los golfistas españoles nos lleva al año 1999, cuando un José María Olazábal épico volvió a vestirse de verde tras ganar aquella edición del Masters de Augusta, rememorando las mieles del triunfo conquistadas cinco años atrás. Es preciso destacar que tan solo dieciséis jugadores habían ganado la chaqueta verde del Masters más de una vez y, españoles, solo uno, Severiano Ballesteros, hasta 1999. La victoria en el Masters se había hecho más “europea” que nunca, con nueve victorias en diecisiete ediciones entre 1983 y 1998 tras el impulso que significó Severiano Ballesteros para el golf del viejo continente, pero no parecían darse las condiciones precisas para que de nuevo un español se impusiera en el venerado campo de Augusta National. 62 rfeg olf Historia de los majors españoles (VI) rfeg olf 63 Un Olazábal épico vuelve a vestirse de verde Solo dieciséis jugadores habían ganado el Masters más de una vez y, españoles, solo uno, Severiano Ballesteros, hasta ese 1999 Una lesión que a punto estuvo de impedirle siquiera caminar Severiano ya hacía unos años que no encontraba sus mejores sensaciones. Miguel Angel Jiménez hacía poco que se había subido al carro de ganadores, con cuatro victorias en Europa, pero todavía no había explotado. Y José María Olazábal era toda una incógnita después de su largo peregrinaje con una lesión que se tardó en diagnosticar, que le mantuvo alejado de los terrenos de juego e, incluso, que ame- nazaba con que no pudiera volver a caminar. Por si fuera poco, llegó a Augusta con el driver desajustado y escaso de confianza… Es por ello que la gesta de José María Olazábal al conseguir su segunda chaqueta verde contra todo pronóstico marca un hito en la historia de nuestro golf, reforzado por el tesón, la vo- luntad y la moral derrochada por el célebre golfista vasco. Dos años después de su primera victoria en Augusta en 1994, Olazábal se vio obligado a seguir el Masters por televisión: “Durante mucho tiempo pensé que el golf se había ter- minado, que no volvería a jugar nunca. Fue muy duro seguir los torneos por televisión…”. Acababa de cumplir 30 años… El 70 que consiguió José María Olazábal el primer día le puso en el camino de una buena clasificación, con un bogey y un birdie por los primeros nueve hoyos y con un birdie, un eagle (en el 13) y un bogey en los segundos. Podía haber sido mejor, pero todo lo que sea jugar bajo par en Augusta National es bueno y no llegaron a la veintena los resultados que se firmaron bajo el 72 establecido en una jornada que fue suspendida por falta de luz tras el re- traso que produjeron las tempranas lluvias. Además, para una confianza alicaída como la de Olazábal a su llegada a Augusta, era una inyección de vitaminas que venía a sumarse a las palabras de Gary Player en la noche de la cena de campeones, cuando le dijo que tenía un buen swing y que debía tener confianza en sus posibilidades: “Tienes que creer; tienes que creer”, le repetía el sudafricano con pasión. Y hubo un segundo consejo, más técnico, que sería decisivo en el cambio mental de Chema Olazábal, que había llegado al torneo con el driver desajustado: “De nuevo, el driver se iba a la derecha, a la izquierda, incontrolado y Seve me dijo: ‘José, todo lo que tienes que hacer es poner la bola en juego desde el tee. ¿Por qué no disminuyes la velocidad del swing y no intentas golpearlo fuerte?; solo trata de poner la pelota en juego’… “Fui al campo de prácticas y tuve buena sensa- ción. Pegué algunas bolas de esa manera y la bola parecía estar reaccionando mejor. Y eso fue lo que hice durante el torneo», relató con posterioridad un Olazábal que promedió 253 yardas con el driver en su domingo triunfal, sin olvidar que estamos hablando de hace 23 años. Su soberbio posicionamiento a mitad de torneo se completó con el fabuloso 66 de la segunda vuelta, en la que desplegó un juego espectacular que le situó de líder inesperado, aunque las apuestas no contaban con el español entre los favoritos. La escasa o mala fortuna con el putter durante la tercera vuelta, a pesar de haber atacado las banderas como nadie, im- pidieron a José María Olazábal salir el último día con mayor margen, si bien se mantendría como líder emparejado en el último partido con Greg Norman, recuperado de la operación en el hombro que sufrió en abril de 1998, que le había mantenido siete meses alejado de la competición.

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