RFEGolf126 (marzo - mayo 2022)
el juego agresivo y espectacular que estas dos figuras hicieron popular. La segunda jornada hubo de aplazarse un día a causa de la lluvia, llegando a plantearse la posi- bilidad, incluso, de que no hubiera campeón del Masters este año, como insinuó Hord Hardin, presidente de Augusta, que se negaba a la po- sibilidad de proclamar a un ganador con menos de 72 hoyos de juego. Afortunadamente, a pesar de que el mal tiempo se mantuvo, dio una tregua y se pudo jugar el sábado, aunque no acabaran todos los jugadores su segunda jornada. Ya no estaba Jack Nicklaus, retirado por dolores en la espalda que le impedían hacer el swing, después del 73 con que abrió el torneo, y Gil Morgan mantuvo el liderato a mitad de torneo teniendo a un golpe a Seve- riano Ballesteros, que tuvo que pegarse un madrugón el domingo para acabar el hoyo 18 de la segunda vuelta. Seve volvió a jugar bajo par, esta vez con un birdie y dos bogeys en la primera mitad y con tres birdies consecutivos en los de regreso, todos ellos entre el 13 y el 15, aprovechando los pares 5. Tras la tercera vuelta, Craig Stadler y Ray Floy comandaban la tabla de los 49 jugadores que habían pasado el corte, pero Severiano, que volvió a dormir un par de horas después del madrugón, seguía amenazante, a un golpe de los líderes, a pesar de hacer tres greenes a tres putts que compensó un poco con el largo birdie que embocó en el mismo 18. Fue la peor tarjeta del español, de 73 golpes, de nuevo con un birdie y dos bogeys en la primera parte y una segunda con dos birdies y dos bo- geys, sin que pudiera aprovechar como en la jornada anterior los dos pares 5. No obstante, el español no fue el único que tropezó en esta tercera vuelta, en la que la media de golpes de quienes pasaron el corte era de casi cuatro golpes más que en la primera jornada. Morgan dejó de ser líder (76), Faldo dejaba definitivamente de ser rival (76), Payne Stewart tenía una jornada plagada de errores (78) y media docena de jugadores pasaron el corte sin poder romper los 80 golpes. Comenzaron las suposiciones de triunfo entre cuatro poseedores de la chaqueta verde: Stadler estaba muy bien colocado para ser quien igualara a Nicklaus ganando dos años consecutivos; Watson, ganador de dos ediciones en cuatro años, estaba a dos golpes del primer puesto; Floyd tenía el resultado más bajo de la prueba, junto a Nicklaus; y Severiano era el ganador más joven en la historia del Masters. Difícil quiniela… Pero Severiano desmontó pronto la tragico- media de los pronósticos. “Después del eagle de Severiano, era como si con un Chevrolet quisiéramos alcanzar a un Ferrari”. Esta expresiva comparación de Tom Kite resulta suficiente para entender el fuerte impacto que causó en sus rivales el comienzo de Severiano en la final: birdie-eagle-par-birdie. El español, que había pronosticado que el torneo se ganaría con 8 bajo par, ya estaba 9 abajo. Sus rivales no pudieron reaccionar. Floyd sumó su único birdie del día en el 17; Stadler única- mente pudo arañar dos birdies en su vuelta y solo Watson, con el eagle del 8, constituyó una posible amenaza al nuevo éxito de Seve- riano. Sin embargo, Ballesteros mitigó ese peligro con un nuevo birdie, en el 9, que le daban un margen de tres golpes, y los tres bogeys consecutivos del norteamericano en el 9, 10 y 11 restablecieron la tranquilidad que acabó por rematarla el doble bogey de Watson en el 14, donde el margen del español era ya de cuatro golpes. De poco sirvió a sus rivales que Severiano fuese al bunker en el 10 (bogey) y fallase el green del 12 (otro bogey), porque se aferró a su convicción de que “en este campo no se puede atacar; si juegas de forma agresiva puedes arruinar tu vuelta” y se mantuvo cum- pliendo el par sin demasiadas complicaciones en los seis hoyos de cierre, con el lujo de em- bocar un chip desde fuera en el 18, aunque no lo necesitaba para ganar, puesto que acabó ganando por cuatro golpes a Tom Kite y Ben Crenshaw, que compartieron la segunda plaza. Los cuatro primeros hoyos (“los más importantes de mi vida”, aseguraría) le dieron la confianza suficiente para manejar la vuelta y acabar en- fundándose la segunda chaqueta verde. Se- veriano volvía a convertirse en leyenda, con tres ‘majors’ en cinco años. Una semana que empezó con lluvia, que ame- nazaba con acabar la competición sin ganador, terminó con Seve arrasando el campo por se- gunda vez en cuatro años y los americanos, tan reacios normalmente a entregarse a un ídolo que no sea de su nacionalidad, terminaron en su mayoría cediendo ante la genialidad del campeón español, que entraba de forma per- petua en la historia del Masters. 2.- Seve levanta su segundo Open Británico en 1984 La temporada de Severiano Ballesteros no estaba siendo brillante cuando llegó la hora de visitar St. Andrews con ocasión del Open Británico. Pero el cántabro llegó a la cuna del golf con el presentimiento de que podía ganar, con una sensación interna que le hacía notarse ‘diferente’ respecto de los torneos que había jugado durante la temporada. “De repente te levantas un día y toda la sensación del juego ha vuelto a ti, todo te sale bien”, respondería Severiano a la machacona pregunta de ¿qué te pasa? después de siete meses sin victorias. “Con cuatro 69 se gana en St. Andrews”, había pronosticado Se- veriano, con habitual buen ojo para estas cosas. Y con ese resultado, precisamente, él levantó la copa de campeón de su segundo Open Bri- tánico como premio a sus escasos errores (sólo cinco bogeys en todo el torneo, cuatro por los segundos nueve, la parte más difícil del campo) que le permitió acabar la prueba con 12 bajo par, totalizando el resultado más bajo de un campeón en este Old Course, superando en dos el resultado de Kel Nagle, en 1960. rfeg olf 53 52 rfeg olf Historia de los majors españoles (III) Dicen que entro en demasiados bunkers. Pero no hay problema, porque soy el mejor jugador de bunker”, se defendió Severiano Ballesteros después de ganar su Open Británico en St. Andrews en 1984 “
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