RFEGolf125 (diciembre 2021 - febrero 2022)

acabó rendido con una tarjeta de 78 (comenzó par, doble bogey) mientras Severiano volaba hacia el título (espléndido inicio de birdie- birdie) dejando segundos a tres golpes a Ben Crenshaw y Jack Nicklaus. Sin embargo, el cántabro no consiguió el triunfo de forma fácil ni usual. A lo largo de su última vuelta dibujó otro recuerdo icónico para la historia del Open cuando su golpe de salida en el 16 acabó en el aparcamiento. Un problema imposible de solucionar para la ma- yoría de los mortales pero del que Severiano salió airoso con un wedge para poner la bola en green y acabar logrando un birdie que sen- tenciaba su triunfo. Posiblemente se pueda considerar que fue el punto culminante de su emocionante carrera hacia la victoria, pero Ballesteros hizo gala de su famoso poder de recuperación durante todo el tramo final del torneo. El driver le había metido en problemas durante toda la semana, pero insistió en seguir confiando en su capacidad de recuperación para alcanzar la victoria, sobreponiéndose a situaciones exi- gentes en los últimos hoyos, en los que falló todas las calles desde el 12. Momentáneamente había dejado de ser líder del 10 al 12, en los que coqueteó con el triunfo el australiano Rodger Davis, pero el es- pañol seguía firme en su confianza, aunque no fuese un dechado académico. En el 12, par 3, salió a la derecha, pero salvó el par; en el 13 volvió a hacer un solo putt para birdie; en el 14 hizo tres putts para bogey; en el 15 perdió la calle por la izquierda y salvó el par con un golpe de los suyos y un chip extraordinario; en el 17 hizo sacada de bunker y putt para salvar el par y, en el 18, recuperó desde el rough de la izquierda con un hierro 5 para llegar a borde de green y salvar el último par. Severiano ya era leyenda cumpliendo su gran ilusión, ganar un “major”. Pero esa ilusión no le abandonaría nunca y volvió a escribir épicas páginas similares. 2.- Seve se vistió de verde en Augusta El primer gran éxito de Severiano Ballesteros, en el Open Británico de 1979, tuvo una conti- nuidad sorprendente en la primavera del año siguiente. En Augusta National se regalaría a sí mismo, cuatro días después de su cumplea- ños, la chaqueta verde de campeón del Masters en su cuadragésimo cuarta edición. Severiano se convertía en el segundo extranjero en profanar el santuario de maestros norteame- ricanos, acompañando a Gary Player, erigiéndose a sus 23 años en el primer europeo que lograba la victoria en Augusta, abriendo la puerta a una era de dominio europeo hasta la irrupción de Tiger en 1997, con nueve victorias de jugadores del Viejo Continente en catorce años. Su juego en Augusta, y su resultado, provocó un auge del golf europeo que tendría evidentes consecuencias en la Ryder Cup y en los torneos habituales del Circuito y, aunque la opinión estadounidense estaba dividida, no cabe duda de que Severiano demostró ser uno de los ta- lentos más sobresalientes del golf mundial. Esta vez el éxito de Severiano acalló muchas voces que restaban mérito a su triunfo en el British insinuando (o diciendo claramente) que la fortuna había sido determinante por la pe- culiar forma de llegar a la victoria y tenía que demostrar su talla en América. El único golf de campeones, pretendidamente académico, era el que se practicaba en Estados Unidos se- gún los críticos con los triunfos del español. Pero llegó Severiano y con su chaqueta verde estableció nuevos parámetros y un nuevo orden mundial del que se beneficiaron los mejores jugadores europeos. En Augusta, el primer día, acabó compartiendo el liderato con Jeff Michell (que debutaba en el Masters) y el australiano David Graham, con 66 golpes, dejándose algunas oportunidades de birdie por el camino y fallando únicamente la calle del 2, par 5, en el que recuperó para sumar su primer birdie. Se mantuvo en cabeza tras la segunda jornada con un 69, con un golpe de genio en el 17… jugado desde el green del 7 por encima del marcador gigante para admiración y sorpresa de los presentes, entre ellos David Graham, que estaba en su green correspondiente. La cosa se resolvió con el último birdie del día del español, que acabaría la jornada con tres golpes de ventaja sobre el propio Graham y Rex Caldwell, acumulando 9 bajo par a mitad de torneo. El cántabro aumentó su ventaja tras la tercera vuelta, en la que volvió a entregar una de las mejores tarjetas del día, ahora de 68, a pesar de un comienzo desalentador bajo la lluvia, con tres bogeys (el del 5 fue extraordinario, recuperando desde el barranco 20 metros por encima de los árboles) y un birdie en los cinco primeros hoyos. Pero casi hace hoyo en 1 en el 6, casi hace eagle en el 8 y esos dos fáciles birdies le pusieron con -10 en el liderato, antes de en- cadenar tres birdies por los segundos nueve y acabar con birdie en el 18 para colocarse 13 bajo par y contar con siete golpes de margen al final del día. No podía soñar mejor escenario para la última vuelta, aunque Seve era cons- ciente de lo imprevisible que puede resultar Augusta y, sobre todo, de lo decisivos que suelen ser los últimos nueve hoyos del torneo. En la final comenzó de forma arrolladora, con tres birdies en cinco hoyos que le colocaban con 16 bajo par, a un golpe del record del torneo y disfrutando de una ventaja de diez golpes a falta de nueve hoyos. Pero llegaron los problemas: tres putts en el 10, agua y doble bogey en el 12, agua y bogey en el 13, con Jack Newton ya a solo tres golpes. rfeg olf 61 60 rfeg olf El primer gran éxito de Severiano Ballesteros, en el Open Británico de 1979, tuvo una continuidad sorprendente en la primavera del año siguiente al imponerse en Augusta “ Historia de los majors españoles (II)

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